Tendría que hacer la tarea de geografía.
Pero no. Voy a jugar al solitario.
Tengo que ganar una partida, sino no me voy a sentir conforme.
Porque putié a una persona para que perdiera... que perdiera la partida que estaba jugando...
cuando se fue, y dejó el programa abierto, por la mitad, aunque era tardísimo enchufé todo y la seguí yo, tratando de remarla.
Me puse nerviosa... tonto, ¿no? jaja. Pensar que con cada jugada el corazón me latía más rápido... que una sonrisa demente se me asomaba con cada click.
Pero entonces mi mano apretó con fuerza el mouse. Quedé rígida, mi ceño se frunció y los ojos revisaron la pantalla una y otra vez con desesperación. No encontraba ninguna jugada más que fuese posible. Había perdido.
Perdí y lloré.
Saqué una foto por si algún día le encuentro una solución. (Busco y busco pero no encuentro ninguna).
Entonces me di cuenta de que las cartas boca abajo del mazo nunca las voy a poder voltear otra vez.
Conclusión: Todavía hay esperanza! ¡Siempre hay esperanza!
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